domingo, 4 de noviembre de 2007

La parroquia de San Carlos Borromeo

Por esas cosas que a veces suceden, he estado pensando en la Parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid.

Esos pensamientos, surgieron, porque he visto en el calendario, que San Carlos Borromeo se celebra el día de hoy.

Pero si los recuerdos nos conducen a otra historia, cómo olvidar por ejemplo, a los curas de San Carlos Borromeo, que no dudaron en enfrentarse al arzobispado de Madrid, cuando la autoridad religiosa, quiso cerrarles la parroquia. No porque hubieran tenido una conducta reprobable. No porque se hubieran alejado de la feligresía. Su pecado era peor. Habían derribado las barreras que impedían que la gente se acercara a la iglesia y las puertas de la parroquia se abrían para todo el mundo. Lo que en realidad parece preocupaba a la jerarquía, era el hecho de que la población empezaba a acudir a ese centro religioso, como si se tratara de su propio hogar. Era uno de los pocos sitios en Madrid, donde la gente podía ir a cualquier hora y encontraba la tranquilidad que había ido a buscar. Las autoridades eclesiásticas, no podían controlar lo que estaba pasando y sobre todo, no estaban de acuerdo con la manera poco ortodoxa, en que los curas de San Carlos ejercían su magisterio.

En primer lugar, su ropa no se diferenciaba en nada, a la que llevaban sus feligreses y no cambiaban de vestimenta para la celebración de los oficios.

La parroquia se había convertido en un espacio de reunión y encuentro, al que siempre podían acudir, las personas que requerían de ayuda espiritual y material. Poco a poco, se fue convirtiendo en el lugar preferido de los marginados y los excluidos, sin importar su fe religiosa, nacionalidad o situación legal.

También habían permitido que en la parroquia se realizaran reuniones de sindicatos o asambleas populares e inclusive fiestas que no eran bien vistas por las autoridades religiosas.

Cuando no se pudo conseguir que la parroquia volviera a las formas tradicionales, pretendieron convertirla en una oficina administrativa de Caritas; pero los curas de San Carlos y los parroquianos rechazaron la iniciativa, porque deseaban seguir siendo parte de una iglesia más cerca de la vida y de la gente. Los conflictos no se hicieron esperar, y mi mayor deseo es que se hayan solucionado bien.

Pero lo rescatable en este caso, sin considerar las controversias, es el hecho de que los fieles defendieran su parroquia y a los curas que la dirigían. Eso es una muestra de que algo está cambiando y creo que esos cambios, serán para beneficio de todos.La parroquia de San Carlos Borromeo me ha permitido pensar en la vida y la mejor manera de vivirla.

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